jueves, septiembre 08, 2005

Por que no veo Rosario Tijeras

La misma razón que me desanima para abrir la novela, me impide ahora sentarme en la butaca. Estoy realmente harto del manoseado tema del sicariato, de la salpicadura de sangre y de las escenas de sexo que hacen populares y reconocidos a los directores colombianos, igual que a algunos escritores, en los grandes festivales del cine y en las ferias del libro. Es cierto que este es un país violento, y es cierto que el narcotráfico moldeó nuestra cultura y nuestro estilo de vida, y es cierto que no debemos cansarnos de denuncirlo, si, compañero. Pero hay una verdad todavía más grande que no podemos negar: a menos que levantemos la cabeza del fango, y que dejemos de regodearnos en nuestras propias escrecencias, no lograremos nunca un cambio en nuestra cultura y en nuestra forma de vida. Eso sin contar con la consabida "mala fama" de Colombia en el exterior, nutrida y engrandecida por las contribuciones de nuestros abanderados "creadores artísticos", y una vez más vendida como imagen de identidad nacional a través de esta clase de producciones.
Vale la pena recordad que la virtud del arte ha sido, a través de los tiempos, la transformación de la vida. No más imitadores de la realidad, no más caricaturas del paisa, no más culto a la degradación social: bastante tenemos con la repetición que de ese modelo han hecho en nuestra clase dirigente, y que ha fomentado y estimulado hasta saciarnos la estupidez televisiva (vease cualquiera de las series de moda), para que ahora nos lo endilguen como atributo nacional.