domingo, agosto 27, 2006

Un hombre Orgulloso

Un hombre había sido orgulloso durante toda su vida. Sostuvo una familia modesta con su empleo de contador, y lo único de valor que llegó a tener fue la casa en donde vivía con su esposa y sus cinco hijos. El hombre les enseñó a sus hijos que no debían doblegarse ante nadie, y que jamás tenían que demostrarle al mundo que algo material les hacía falta. Sus hijos siguieron su ejemplo, por lo que procuraban siempre tener las cosas más lujosas aunque no pudieran pagarlas. Al cabo de los años la ruina cayó sobre aquella casa y el hombre orgulloso tuvo que venderla para pagar las deudas adquiridas por sus hijos. La familia se dispersó y el hombre terminó sus días viviendo solo en una habitación, enfermo y sin nada que llevarse a la boca, salvo cigarrillos. Tiempo después, el hombre orgulloso contrajo un cáncer de pulmón. Como sus hijos no tenían cómo pagar una clínica, lo llevaron a un hospital de caridad. Allí, el hombre se quejaba del mal olor de los pacientes y se burlaba de cómo se vestían los parientes pobres de aquellos. Por la gravedad de su enfermedad, el hombre tuvo que ser conectado a un respirador artificial. Al saber que la hora de su muerte se acercaba, sus hijos le preguntaron que quería para complacerlo. El hombre orgulloso pidió como última voluntad que le trajeran una camisa de seda y un reloj de oro. Fue el enfermo mejor vestido en aquel miserable hospital de caridad. Ese mismo día murió.

martes, agosto 22, 2006

Que el tiempo pasa?

Ahora comprendo que el paso del tiempo no existe. Esa noción es tan ilusoria como las imágenes con las que la identificamos. Mira esa fotografía: la mujer que ves allí sonriendo, montada en su bicicleta, ya no existe, es solo una imagen que tomaste y guardas en tu pensamiento como testimonio de un presente lejano. A eso le llamamos pasado, simple memoria, es decir, imagen, materia intangible que sólo existe como una construcción mental. Esta ciudad que veo ahora, esta calle, se puede parecer por un instante a la que conocí a mis 16 años o a mis 22, pero le sucede lo mismo que a un rostro conocido que te encuentras envejecido: ya no es lo mismo; yo tampoco soy el mismo que recuerda. Ambos, paisaje y espectador, hemos cambiado. Ahora solo tenemos el ahora. ¿Para qué añorar? ¿Para qué mantener el apego a eso que llamamos pasado, cuando sabemos que la única realidad existente es ésta en la que lo nombramos, es decir, la realidad presente? Sin embargo, no es de sorprenderse que apesar de tí y tu memoria el presente vuelva a ponerte de presente lo que creías olvidado, quizás para recordarte, ahora, que ni si quiera tú escoges lo que va a ser tu presente, que puedes haberte negado a resistido a vivir alguna experiencia, pero si la vida en su fluir considera que todavía te falta ese momento como lección, se encarga muy gentilmente de situarla ante ti como parte del ahora. En ese momento ya no te puedes resistir; solo te queda un camino si no quieres entrar en la amargura, aceptar ese momento y valorara lo que en esencia viene a mostarte. Incluso pregúntale: ¿por qué vienes amí en este instante? ¿qué tienes para enseñarme?

viernes, agosto 11, 2006

Tres reflexiones de esta primavera en agosto

¿DE QUÉ LADO TE ENCUENTRAS?
Hay quienes deben tener para ser, y en eso se les va la vida. Hay quienes son, y por eso tienen sin que les cueste mayor esfuerzo. ¿De que lado te encuentras?

LA VIDA ES LA QUE NOS VIVE
No somos nosotros los que escogemos o decidimos. Son nuestros pensamientos los que nos impulsan, pero ¿acaso sabemos las consecuencias de cada acto? Ellas vienen en directa proporción a la energía que invertimos en nuestros actos. Por eso no vale la pena resistirse a lo que nos llega como la situación presente. Más bien deberíamos preguntarnos por lo que hicimos o no para lograr ese resultado. La vida nunca se equivoca, nos da como experiencia la situación perfecta para nuestro crecimiento, nuestro mayor entendimiento.

LA FORMA SIEMPRE CAMBIA DE FORMA
Por eso nos cuesta aceptar las transformaciones que se dan con el tiempo como parte del aprendizaje de vida. Hasta hace poco me dolía todo lo que había sido y, especialmente, todo lo que con el tiempo había perdido. Ahora se que al universo nada le importan los cambios que nosotros sufrimos como si fueran las más grandes tragedias. Por el contrario, las transformaciones son parte de su misma esencia, por lo tanto somos nosotros los que debemos adaptarnos a ellas.

domingo, agosto 06, 2006

La unidad con el presente

Si nuestros recuerdos no se actualizaran a cada momento podríamos vivir con más intensidad el presente, disfrutando lo que en él hay como regalo para cada uno; y eso todos lo sabemos. Si fuéramos uno con el instante no cabrían las añoranzas, las nostalgias y todo aquello que nos hace vivir extrañando la presencia de algo o alguien que haría completo y feliz el paisaje que vemos. Pero la completud se encuentra en nuestra conciencia tranquila y plena en la contemplación presente, sin emociones o sentimientos que nos arrastren hacia zonas de insatisfacción. Detrás de esos vacíos que nos abordan por lo general se oculta la ausencia de un sentido más profundo para nuestra existencia que sólo parece colmarse cuando reconocemos nuestra pertenencia a un orden universal superior. Para esto basta con volver a la pregunta original ¿quién soy? e indagar por un sentido que va más allá de la identidad con quien yo creo ser....En esencia terminaremos por reconocer que no somos el mismo.

miércoles, agosto 02, 2006

¿Has visto que poco la gente se mira a los ojos cuando camina por la calle?

Somos indiferentes ante la existencia de los demás, estamos tan involucrados con nuestros pensamientos que parecemos ignorar que todo lo que resulte ajeno a ese mundo personal de ideas y sentimientos originados por nuestra propia experiencia. Cuando alguien se permite cruzar miradas con otra persona se produce un instante de ruptura con esa identidad; hay un intento por dejar de ser uno con esa mente que gobierna nuestros pasos para empezar a construir un sentido en relación con ese otro. Sin embargo, no es el juicio que se hace sobre los demás lo que resulta valioso de ese momento; nuevamente no está en las palabras que cruzan por la mente la verdadera comunicación que se genera en ese instante: es el relámpago de la mirada el que transmite una percepción esencial. Es la ráfaga que ilumina una zona indeterminada que antes no percibíamos y que tiene en ese contacto visual fugaz su propia forma y su propio sentido. Traducido en palabras, escasamente atinaríamos a decir: tú y yo compartimos una misma condición de ser. Es algo que debería maravillarnos porque ese reconocimiento no es posible que lo prodiguen otras formas de vida. Si un perro te mira no te reconoce como par en la existencia, o por lo menos su mirada no lo expresaría de esa forma. Ser a los ojos de otro es estar en presencia de una forma de conciencia que comprende tu condición, la comparte y te hace partícipe del milagro de la existencia. Si fuéramos concientes del efecto de la mirada seríamos más propensos a darla y la haríamos parte vital de nuestra celebración de ser, de igual manera que el respirar.

viernes, febrero 17, 2006

LA OPINION GENERAL O LA IGNORANCIA ACUMULADA

Pedirle opinión a alguien es algo perfectamente aceptable, pero hay quienes se aferran como hiedra al qué dirán y dejan en manos de otros las decisiones más importantes de su vida. Por ejemplo, si alguien tiene la posibilidad de hacer una inversión , antes de examinar sus propias posibilidades, prefiere confiar la decisión al sabio consejo de quienes lo rodean, llámese pareja, hermanos, padres. ¿Y qué sucede? Como ellos, los otros, se encuentran frente a algo que no conocen, pero sienten la obligación de opinar, optan por seguir su criterio, confiando de buena fe en que es el mejor, aunque su cuenta bancaria, la pobreza de sus vidas, la semidepresión diaria en sus trabajos demuestre que son los menos indicados para dar un consejo en estos casos. De esta manera la persona que vio una oportunidad clara para su vida termina volviendo resignada al redil de la rutina de sobrevivencia.
La opinión general siempre parte del supuesto del saber, aunque su origen sea la ignorancia acumulada y enquistada en frases que acuñan de forma lapidaria su saber: "mejor no se arriesgue", "¿pero para qué se va a meter en eso?", "de eso tan bueno no dan tanto". De esta manera no solo se garantiza el control sobre cualquier acto de independencia frente a lo socialmente aceptado, si no que también se neutraliza cualquier asomo de deseo de cambio. La opinión de los otros habla, aunque no sepa de lo que está hablando.