Por fortuna todavía existen en el mundo periodistas capaces de tomar el pulso de su tiempo, de ver en cada ser humano el valor incalculable del testimonio, de captar el profundo sentido que encierra la más cotidiana de las historias.
Las páginas de Ebano de Ritzard Kapucinski, el libro que recoge la visión de ese "otro mundo" que es el continente africano, revelan la habilidad periodística de este polaco para encontrar, en medio del drama bélico y la guerra civil de turno, el punto de convergencia que puede hacer comprensible a cualquier lector, independiente de fronteras o coordenadas geograficas, la intensidad del drama que viven los habitantes de ese continente olvidado.
Qué valioso e importante sería que en sociedades como ésas, como la nuestra que también pertenece al tercer mundo, menos periodistas se ocuparan de seguir el juego del "glamour" mediático y de la fascinación de encontar su voz, su nombre o su imagen en el registro efímero de la noticia del día, y hubiera más Kapucinskis dispuestos a desentrañar la esencia misma de cualquier hecho importante para una comunidad, que no es otra diferente a su dimensión humana.
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